La Edad De La Música
M. R. DeHaan
La sexta marca de los días de Noé fue ésta: Era una edad caracterizada por la música. En Génesis 4:21 leemos: “Y el nombre de su hermano fue Jubal, el cual fue padre de todos los que tocan arpa y flauta”. De nuevo recuerdo a mis lectores que esta es la primera mención en toda la Biblia de los instrumentos musicales y de la música, y es un rasgo típico de los tiempos antes del diluvio. ¡Cuán grande es la similitud de aquel día con el día en que vivimos nosotros! Las palabras de nuestro Señor: “Como en los días de Noé”, vienen de nuevo a nuestra mente, porque sin duda nuestro día puede ser llamado la edad de la música. Ciertamente necesitamos decir poco acerca del tiempo presente al respecto. Nunca ha habido más música en el aire. Sintonizamos nuestras radios y la gran mayoría de los programas son de música, y ¡vaya música! Nuestra edad es predominante y preeminentemente una edad de jazz, rock, salsa y rap. El desarrollo de ritmos marcados por tambores como en ritos paganos y sensuales, va más allá de nuestros poderes descriptivos. ¡Música, música, música en todos los lugares! Los “cantantes” se lanzan en puro protagonismo y egoísmo, pavoneando con chillidos, gruñidos, susurros y balbuceos. Acarician y besan el micrófono como si fuera su verdadero amor, y ¿quién sabe?, ¡a lo mejor lo es! Su música provoca el nerviosismo, el sensualismo, la rebelión, los trances y otras locuras. Además, crea una generación de adictos que demandan más y más de su droga, la música. En lugar de satisfacer, crea apetito para más, y algunos gastan gran porción de su dinero en conciertos y colecciones personales de música. Parece que ya no se puede hacer nada sin acompañamiento musical. Vendemos nuestros productos con música, lanzamos nuestras ofertas con música, anunciamos nuestra presencia con música. Pero lo triste es que ha invadido nuestras iglesias y los lugares sagrados de nuestras reuniones, sustituyendo música por la predicación de la Palabra. Aunque no hubo en todo el Nuevo Testamento ni siquiera un sólo concierto ni grupo musical, hoy en día estos proliferan entre los llamados “evangélicos”. ¿Qué patrón siguen si no está en el patrón neotestamentario? Está claro que los conjuntos y los conciertos proceden del mundo, y son para diversión y fines lucrativos, no para edificación. ¿Quién autoriza y promueve esto en las iglesias del Señor Jesucristo? En lugar de cantar himnos espirituales, estos y los himnarios desaparecen, dejando lugar para canciones graciosas, conciertos y otros programas musicales que pretenden preparar el corazón del hombre para recibir el Evangelio. Son populares los “coritos” que alguien llama “los 7-11”, esto es, siete palabras repetidas once veces, que no tienen mucha miga de mensaje, pero son divertidos. Se repiten frases huecas una y otra vez al ritmo de la síncopa, hasta que los de emociones inestables ceden bajo el estrés y se imaginan que hayan oído una voz del cielo. Dicen que Dios les ha hablado, pero no se refieren a la Palabra de Dios. Si, es verdad que “Como en los días de Noé, así será...”
adaptado de las págs. 46-47 de su libro: The Days of Noah (“Los Días de Noé”), Zondervan, 1963